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Café del Infante: tradición e innovación, la combinación perfecta

En un entorno privilegiado, el Café del Infante propone a sus visitantes una oferta gastronómica tan variada como sabrosa.

Laura Cueto Morillo.

Comer en un sitio como el Café del Infante es antes que nada comer rodeado por un panorama sublime. Antes de dejarnos pensar en la comida nos dan la bienvenida los jardines  que rodean la terraza. Una terraza decorada con el buen gusto de alguien que conviene presentar desde el principio: Marisa Becerril es la responsable de que el Café del Infante sea un lugar tan maravilloso.

Carta del Café del Infante. También dispone de menú diario

Dejamos en manos de Marisa la elección del menú, acertada decisión. Empieza entonces el baile de los primeros bañados por un vino blanco recomendado por la casa: el Café del Infante tiene especial interés por los vinos y le da mucha importancia al arte de maridar. Por eso, cuentan con un  sumiller propio que va guiando a los clientes en la elección del vino que les acompañará durante la comida. La elección del Mosselland Riesling Classic 2007 fue, una vez más, un acierto. Nos explicaba Marisa que es especialmente recomendado para los amantes del salmón, del pollo o de las ensaladas con queso.

Nosotros comenzamos a abrir boca con unos suculentos “Cucuruchos de langostinos”: delicioso marisco cuyo envoltorio crujiente recordaba sabores asiáticos. Sin alejarnos mucho de los sabores marítimos, llegan las “Croquetas de mar” (chipirones, gambas y vieiras), y aunque las tres tenían una textura y un sabor exquisitos, personalmente me quedo con la de chipirones, un sabor más suave que el de sus dos compañeras pero igual o más sabroso.

Croquetas de varios y exquisitos sabores

Los “Pirulís de pintada” que nos sirven a continuación son una auténtica delicia, acompañados con un centro de setas, bañado todo en salsa de soja. Un sabor especial, diferente al de las carnes que estamos acostumbrados a probar.

Los primeros terminan con un toque maestro que aporta el “Mi-cuit con gelatina de Riesling, higos y pan de pasas”, un guiño directo al vino que estamos saboreando y que marida a la perfección con todos los sabores que hemos degustado. El contraste de sabores entre el dulce de la mermelada con el mit-cuit hacen de este plato una auténtica aventura para el paladar.

Mi-cuit con gelatina de Riesling, higos y pan de pasas”

Sin tiempo para reponernos de todas nuestras emociones, la función deja paso a los segundos que empiezan con un clásico de la gastronomía española: “Tabla de ibéricos con pimientos”. Una carne exquisita, sabrosa, variada, tierna y muy jugosa.

La inauguración de los segundos trae un invitado de honor: uno de los mejores vinos de España. Solo su nombre nos da una idea de lo que estamos a punto de saborear: TRUS (Tierra, Roble, Uva y Sol), un Ribera del Duero, magnífico representante de los vinos de España.

Vino TRUS

De un plato muy nacional, a uno que traspasa nuestras fronteras: el “Carpaccio de Wagyu con virutas de sal”  es una versión diferente y original de un plato tan conocido y popular como el carpaccio, un aperitivo perfecto antes de la llegada del tercer acto: los dos platos fuertes, dos pesos pesados de la gastronomía nacional: el “Pastel de rabo de toro” con el que la carne se deshace en la boca, es sabrosa y muy jugosa, una delicia. Y el “Cochinillo con pirámide de patatas”, otra versión diferente de un plato tradicional. No se puede ir con la idea de comer un cochinillo como el que nos comeríamos en cualquier mesón de Segovia: es un cochinillo caramelizado y con un sabor que nos sorprende a la vez que gusta.

“Carpaccio de Wagyu con virutas de sal

“Carpaccio de Wagyu con virutas de sal»

Si hay algo que caracteriza la cocina del Café del Infante es su originalidad…y los postres no podían ser menos. Si ya pensábamos que no podrían sorprendernos más llega el “Pastel de chocolate y caramelo”, un postre que podría parecernos de lo más normal si no fuese porque está pensado para personas celiacas y no contiene ni un gramo de harina. Al Café del Infante puede venir cualquier persona que tenga restricciones nutricionales: veganos, dietas, vegetarianos, diabéticos…etc, para que puedan comer como todos los demás adaptándose a sus particularidades. Pero también hay postres para los más golosos como el “Milhojas de nata con arándanos” que es una auténtica maravilla y una combinación acertadísima, el “Tatin de Manzana”, muy sabroso y que causó furor entre los comensales a mi alrededor y el “Flan de queso” que sigue la misma línea de tradición con un toque de innovación que le da un sabor especial a todos los platos que salen de la cocina del Café del Infante.

El Café del Infante es un restaurante más que recomendable, adecuado para cualquier ocasión. El trato con el cliente es exquisito y la cocina se adapta a todos los gustos y necesidades para que cualquiera pueda disfrutarla. Es la combinación perfecta entre dos ramas opuestas de la gastronomía: la innovación se funde con la tradición en una mezcla de sabores nuevos diluidos con los de toda la vida.

Flan de queso
Flan de queso